Taller Vivencial sobre la disociación

Entender la disociación

Redacción PETALES

Equipo de redacción de Petales España.

Un taller vivencial

La disociación es un mecanismo adaptativo que “desconecta” nuestra mente de la realidad cuando nos encontramos ante una situación límite que sobrepasa nuestros recursos psicológicos de afrontamiento. Es una “distancia de seguridad” que reduce el impacto emocional, la tensión, el miedo y el dolor del momento.

Para entender este mecanismo de seguridad Petales España organizó en el mes de Marzo de 2019 un Taller Vivencial sobre la disociación . El taller fue impartido por  Anna Badia Munill, psicóloga, psicoterapeuta y especialista en Adopción, Apego y Trauma y su  equipo . Nos recibió una mañana de sábado con su sonrisa tranquila y su voz suave, conversando con nosotros sobre el cerebro triuno integrado por:

  • El cerebro de reptil que, de forma innata, nos permite desplegar respuestas básicas de supervivencia (ataque y huída).
  • El cerebro mamífero que se desarrolla apoyándose en el anterior. Esta prte de cerebro  nos adentra en el mundo de las emociones, el cuidado maternal/paternal, el aprendizaje a través del juego y la memoria a largo plazo.
  • El cerebro humano, que avanza desde la adolescencia facilitando funciones superiores como el lenguaje, la planificación, la atención sostenida y el control de impulsos.

Apego seguro e inseguro

 El apego es un tipo de vínculo afectivo que se produce entre dos personas mediante una relación duradera recíproca de intimidad, con la intención de obtener cuidado y protección. En nuestro caso, el adulto proporciona el cuidado y el menor lo busca. La co-regulación y la auto-regulación emocional nacen del apego. Cuando nacemos, aprendemos a comunicarnos de los gestos y la entonación de las personas que nos cuidan. Esto hace que nuestro cerebro se desarrolle. Cuando nos mecen, nos atienden si lloramos, calman nuestra hambre o nuestro desagrado por estar mojados… Así aprendemos a leer sus caras, a sentirnos seguros y protegidos, a crear apegos seguros.

Pero cuando algo falla en este proceso no existe una integración de esas capas cerebrales. Hablamos de situaciones traumáticas que no son esporádica como la falta de atención o estimulación adecuadas, abusos, malnutrición, maltrato. En estas situaciones el cerebro del bebé, aún sin prepararse para recibir tanto estrés, se  intoxica con el cortisol. Esta intoxicación  impedirá que se produzca una integración futura en el funcionamiento de estas tres capas, ue se desarrollen todas las áreas cerebrales correctamente. La consecuencia es la no integración de un sistema de comunicación y emocional adaptativos generando, en contra, apegos inseguros.

Entender la disociación

 Disociar es un proceso de separación que puede producir cualquier persona ante una situación que emocionalmente no puede digerir. La disociación traumática, ocurrida en situaciones de adversidad, se convierte en un mecanismo automático e instintivo que nos separa de una situación insufrible o de un “infarto emocional”. Es decir, los niños y niñas que han  sido “bien tratadas” aprenden a auto-regular las emociones Pero las que han sido expuestas negativamente, puede que activen este mecanismo para “desconectar” de una situación abrumadora..

La confianza del bebe

Tuvimos la oportunidad de ver y comentar  el vídeo del experimento en el que una madre  muestra dos posibles respuestas faciales ante los requerimientos de su bebé: impasible o accesible a sus necesidades. Se observa  cómo el bebé, realiza conductas de aproximación, búsqueda de contacto, grita, se echa para atrás y se desorganiza…. Todo vuelve a la calma en cuanto su madre atiende sus necesidades.

Si esa situación se mantuviese en el tiempo, el bebé aprendería que no puede considerar a su madre una persona por la que sentir un apego seguro. Es decir, no puede confiar. Se grabarían en su cerebro como “fragmentos” de experiencias negativas. Estas experiencias  podrán activarle en un futuro ante situaciones de estrés o frustración mediante “disparadores” (un sonido, un gesto, un recuerdo,…). Eso es lo que les ha ocurrido a las y los niños que han atravesado adversidad en la infancia. También vimos  un ejemplo de disociación en una película. Este ejemplo nos orientó sobre las luchas internas que viven estos pequeños en su día a día, recuperando creencias y recuerdos que activan la desregulación y la disociación

Esquema disociacion

Los chicos y chicas que han sufrido adversidad en su infancia viven en continuo estado de alerta y sobresalto Esto provoca  incompatibilidad con una vida normalizada. Situaciones como no prestar atención o no dejar de moverse se deben a su incapacidad para controlarlo. En estos casos en vez de hablar de hiperactividad o comportamiento negativista o desafiante se trata de hiperactivación y  de su escaso nivel de tolerancia al estrés. Otras situaciones como las mentiras se explican porque al entrar en disociación no pueden recordarlo. También pueden no soportar que les toquen ya que cuando alguien lo hacía en su pasado, era para algo negativo. El estilo de apego seguro es el que da confianza y seguridad al menor, el estilo inseguro, concretamente el desorganizado, es la vía de entrada a la disociación

¿Qué podemos hacer ante estos niños y niñas que pasaron por situaciones de adversidad temprana?

Hay algunos síntomas de disociación que nos pueden orientar como son las lagunas de memoria, cambios bruscos de humor ante estímulos supuestamente neutros, trance, alucinaciones visuales o auditivas.

Estas conductas muestran que el chico o la chica, debido a su nivel de estrés, no es capaz de   regular su respuesta. Debemos recordar que  su cerebro reptiliano “secuestra” a su cerebro superior, que sale de su ventana de tolerancia  al estrés. Y sobre todo, tenemos que entender que reaccionan así porque no pueden reaccionar de otra forma.

Podemos actuar de forma secuenciada, según explicamos a continuación:

  1. Identificar y controlar sus disparadores (situaciones, sonidos, gestos, olores, creencias…).
  2. Regular su nivel de tolerancia a ese tipo de situaciones (trabajando en terapia esas situaciones) y mientras, utilizar elementos que puedan tranquilizar (un aroma, una música, el tacto de juguete suave, mecer, etc.).
  3. Facilitar un entorno que les acompañe durante su desregulación.
  4. La persona adulta ha de mantenerse regulada, estable y confiable.
  5. Mostrar apoyo incondicional.
  6. Ponerse en su piel e intentar entender lo que le ocurre.
  7. Continuar nuestro trabajo de convertirnos en personas de confianza.
  8. Tratarles según la edad en la que muestran que se desregulan, ej., si su comportamiento es de bebé mecerle.

Experiencias vivenciales

Se realizó un role play en el que distintas voces (de apego, de desconfianza y de agresividad) invadían el pensamiento de la persona que intentaba afrontar una situación de activación. También nos visitó una persona que nos habló de su disociación, cómo evolucionó y los recursos que le funcionaron. Fue muy enriquecedor y nos hizo ponernos en sus zapatos. Nos quedamos sin palabras de agradecimiento por compartir su experiencia y la esperanza de un horizonte de mejoras.

Nos quedamos con una frase que nos llegó al alma “Los chicos y chicas que han sufrido adversidad temprana son supervivientes por lo que hay que conseguir que aprendan a vivir con su historia y ser vivientes” Muchas gracias, de corazón,  por ampliar nuestra ventana de tolerancia al estrés

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